Hacia el año 2000, se generó un ambiente donde la construcción en las poblaciones pasó a ser de gran relevancia. Un grupo de jóvenes se preocupan por la problemática de los campamentos, de la cual nadie se hacía cargo, a través de “Un Techo para Chile”, al cual se anotaban varios alumnos del Cumbres.
En el año 2003, Cristián Larroulet, como parte del centro de alumnos, comenzó a generar la idea de impulsar construcciones desde el Colegio Cumbres, pero la primera respuesta fue negativa. “El Colegio tenía una mirada muy distinta. En ese momento era impensable una actividad mixta de hombres y mujeres aunque fuera para construir mediaguas” explica Juan Sutil, quien en 2004, asume como presidente del CEDAC, manteniendo la amistad con Cristián Larroulet y Diego Bulnes, ex alumnos y universitarios de ingeniería comercial. La experiencia de los universitarios y energía de los colegiales, unidas a la cercanía con el padre Luis Miguel herrera, lograron que esta vez, la idea se convirtiera en realidad.
El Colegio entendió que no se podía dejar pasar la oportunidad. Había que hacer algo propio, con un sello único, entendiendo el cambio cultural de cómo se estaba llevando a cabo el servicio social en los jóvenes. De lo contrario los alumnos y exalumnos irían a construir con otras instituciones. La acción social del colegio en ese entonces estaba muy relacionada con las misiones de semana santa, y las visitas a hogares y jardines. La idea de mezclar la espiritualidad de las misiones con la construcción parecía ser prometedora, se necesitaba un espacio para atraer juventud que combinara ambas cosas. El rol que cumplió el padre Luis Miguel Herrera como director fue clave. «Lo que logra Cruzadas es crear algo que no existía. En ese minuto era o te vas de misiones a Schoenstatt, o te vas a Juventud Misionera. O te ibas con el Techo para Chile a construir. Pero no había un espacio en donde pudieses atraer a mucha gente que quería combinar ambas cosas». añade Juan.
El éxito en la consolidación de las cruzadas fue la formación de un grupo, que se mantuvo durante las 3 primeras cruzadas, que fue aprendiendo de los errores, aportando nuevas ideas y que fueron motivando a las generaciones más nueva a participar de este nuevo proyecto del colegio.
Las primeras cruzadas fueron el 2004 y se enfocaron en la construcción de 6 mediaguas, con grupos reducidos de personas. 10 por comunidad. Pero además de construir buscaban tener espacios formativos potentes. El lugar elegido para la primera cruzada fue Pinto, cerca de Chillán, donde se movilizaron a aproximadamente 60 comuneros.
Futrono fue el segundo lugar. Un mismo concepto de comunidades pequeñas. Construyeron plazas y sedes sociales. El párroco de la zona, les sugirió la posibilidad de construir capillas, entendiendo que existía mucha necesidad. Fue en las terceras Cruzadas de Traiguén 2006 que se lleva a cabo esta idea con 6 capillas, y se empieza a consolidar el formato que mantiene su esencia hasta el día de hoy. «El concepto de la capilla fue muy triunfador. Los trabajos universitarios estaban construyendo mediaguas por todos lados. La idea de formar jóvenes del colegio en una realidad que no conocían es muy potente» comenta Sutil.
Las Cruzadas se realizaban en diciembre. Esto porque la mayoría de los trabajos universitarios eran en invierno y se intentaba promover que se pudiera participar de ambas instancias y que las personas que asistían a Cruzadas fueran transmitiendo su experiencia espiritual y de construcción en el resto de los trabajos enriqueciéndose mutuamente. Después de la tercera Cruzada, en la que el proyecto ya quedó estructurado, el padre Alberto Puértolas, llama a los jóvenes organizadores, para reunirse con el vicerrector de la Pastoral UC, para reflexionar sobre el potente impacto que estaba generando la Cruzada y lo atractivo de su modelo: misión / construcción; “que sería la base inspiradora de Trabajo País”.
«Todos los cambios que ha habido en la historia de las Cruzadas, como los cambio de fechas o agrandar las comunidades, tiene que ver con las necesidades que tiene cada generación. Lo que justamente lo fortalece mantiene vigente y atractivo, en fin, lo transforma en un proyecto exitoso de largo plazo. Entendiendo que esto partió como un cambio cultural, es necesario ir adaptándose a los distintos momentos» explica Sutil.
La red de colegios legionarios, convencidos del éxito de este proyecto basado en el compromiso de la juventud, abrieron la oportunidad de participar a más colegios. Es por esto por lo que el año 2007, en las cruzadas de Villarrica, se invita al centro de alumnos del Everest a participar de una de las comunidades. Fue así como progresivamente a partir de ese año se integró el San Isidro, Highlands, La Cruz e incluso hoy asisten voluntarios ex alumnos de colegios fuera de la congregación.
Actualmente y respondiendo a los cambios culturales del momento, el foco no sólo está en la construcción y la formación, sino que también en la vida en comunidad, donde a través de talleres, actividades y proyectos para los vecinos, se busca la integración y trabajo en conjunto con la gente de cada una de las localidades.
De una idea buena en el corazón de unos pocos jóvenes, Dios ha multiplicado los frutos en tantas personas en las más de 120 capillas construidas en estos 15 años. Ya veremos como se sigue escribiendo esta historia.